En diciembre de 2019, el nuevo coronavirus originado en Wuhan, China, se extendió rápidamente por todo el mundo. Debido al aumento desenfrenado del número de casos en China y en el resto de los países, la OMS declaró la pandemia el 11 de marzo del año 2020. El COVID-19 es un virus altamente infeccioso que actualmente amenaza a millones de personas.
El espectro de las manifestaciones clínicas van desde infecciones asintomáticas, hasta enfermedades graves que pueden terminar con la muerte del paciente. Es ampliamente reconocida como una enfermedad pulmonar o respiratoria, pero el virus también puede afectar otros órganos y sistemas.
Con respecto al sistema cardiovascular, desde el comienzo de la pandemia, y con el amplio dinamismo en la información, hubo épocas de especial preocupación en el ámbito científico, a causa de reportes de altos porcentajes de pacientes (10 al 30% según la bibliografía consultada) con secuelas cardiacas después de la infección del COVID 19. Estas secuelas mayormente fueron objetivadas por estudios de imágenes, por ejemplo, a través de resonancias magnéticas cardiacas.
Con el tiempo estos resultados se fueron desestimando por diferentes motivos, uno de ellos es que la corte de estos pacientes con alta incidencia de secuelas cardiacas, estaba sesgada en su mayoría, porque eran estudios realizados sobre pacientes internados y críticos, es decir aquellos que tenían formas más severas de la enfermedad. Otro motivo se daba por resultados anormales de la Resonancia Magnética, que muchas veces eran falsamente atribuidos a una secuela cardiaca por COVID-19, entre otros.
Por lo cual, la incógnita surge si los pacientes con manifestaciones clínicas leves o moderadas, o incluso asintomáticas, contaban con la misma incidencia de secuelas cardiacas.
Durante la etapa de tiempo en la que hubo ausencia de información para dar respuesta a estas múltiples preguntas, la incertidumbre tanto de pacientes como de médicos, fue muy grande.
El 4 de marzo del año 2021 en la Revista “JAMA Cardiology” se publica un estudio titulado “Prevalencia de enfermedad cardíaca inflamatoria entre atletas profesionales con infección previa por COVID-19 que se sometieron a exámenes cardíacos sistemáticos para regresar al entrenamiento.”
En este estudio realizado por el autor Matthew W. Martinez, en Estados Unidos en el periodo de tiempo de mayo a octubre del año 2020, se sometió a 789 Atletas profesionales que fueron positivos para COVID 19, a una triada de estudios (Electrocardiograma, Troponina T y Ecocardiograma Transtorácico) con el objetivo de pesquisar secuelas cardiacas para recomendar una vuelta segura a la práctica deportiva.
De todos los atletas sometidos a estos estudios, solo 30 (3.8%) atletas mostraron algún resultado anormal en uno o más de los análisis realizados (Figura 1).
En estos 30 atletas, se prosiguió con análisis y estudios más complejos con el objetivo de explicar el motivo de la anormalidad inicial, incluyendo estudios de alta complejidad como el Ecocardiograma de Stress, Resonancia Magnética Cardiaca o ambos, encontrando solamente 5 (0.6%) de estos atletas con una patología inflamatoria cardiaca claramente diagnosticada (3 atletas fueron diagnosticados de Miocarditis, y los dos restantes contaron con diagnóstico de Pericarditis), tomando las indicaciones médicas correspondientes en cada caso.

Figura 1. Algoritmo seguido por los autores del estudio.
Por el momento, estudios con mayor cantidad de pacientes (N: 2500) están en curso para dar más apoyo científico al actual trabajo publicado.
Mientras tanto, de forma práctica se intenta transpolar los resultados a la población general, (ya sea no deportista, deportistas amateurs o pre-profesionales).
Dicho así, el Dr. Oscar Cingolani (Director Asociado de la Unidad de Cuidados Intensivos Cardiovasculares y Prof. Asociado de Medicina de la División de Cardiología, de la Johns Hopkins University, además de ser miembro del comité asesor del gobierno Americano) propone una serie de recomendaciones.
A aquellos pacientes que cursan la enfermedad de forma asintomática o con manifestaciones leves, se les recomienda lograr una buena hidratación, correcta alimentación y cumplir un reposo físico de 2 semanas desde comenzada la enfermedad para luego comenzar gradualmente con el entrenamiento sin ninguna prueba diagnóstica necesaria. Se recalca la importancia de que el inicio tanto del entrenamiento, como de las actividades de la vida cotidiana, debe ser GRADUAL y PROGRESIVO.
A diferencia de los primeros, aquellos pacientes que cursaron una enfermedad con síntomas moderados y/o diagnóstico de neumonía por COVID 19, pero sin internación, deben cumplir un periodo de reposo físico luego del alta infectológica de 10 a 14 días, para realizar una consulta con un médico especialista y la triada de estudios propuesta en el artículo (Ecocardiograma Cardíaco Transtorácico, Troponina T y Electrocardiograma). Debemos tener en cuenta, que además de estos estudios, la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y la Federación Argentina de Cardiología (FAC) en forma conjunta confeccionaron una guía de recomendación clínica, en donde además de la triada de estudios propuesta anteriormente, se agrega la Prueba de Esfuerzo comúnmente conocida como Ergometría.
Siguiendo el algoritmo, si este screening inicial no muestra ninguna alteración, el paciente estaría habilitado para reiniciar la actividad física nuevamente, recalcando la importancia de que este reinicio sea de forma GRADUAL y PROGRESIVO.
Si algún estudio muestra algún resultado anormal, se procederá con estudios de mayor complejidad para descartar alguna secuela o complicación inflamatoria como secuela post COVID 19.
Un campo aparte, son aquellos pacientes que presentaron la enfermedad con síntomas severos o diagnóstico de neumonía con necesidad de internación. En este caso, el reposo es indiscutido, y debe quedar el paciente en manos del equipo de médicos que lo siguió durante la internación, ya que existen variables que son individuales a cada paciente y van a determinar los estudios necesarios en el periodo de recuperación, como así también el tiempo más seguro a esperar para poder reiniciar la actividad física. La incidencia de secuelas cardiacas en estos pacientes es considerable, debiendo someterse a un seguimiento y estudios minuciosos para descartar cualquier complicación.
A modo de conclusión:
- Los pacientes con COVID 19 con enfermedades severas y/o hospitalizados tienen un aumento del riesgo de tener secuelas cardiacas.
- En la población general (trasladando los resultados encontrados en el artículo), el riesgo de secuelas cardiacas post COVID-19, seria bajo (1%).
- Realizar estudios en los pacientes con enfermedades leves o asintomáticas, no sería necesario.
- Aquellos que tienen síntomas moderados, o diagnóstico de neumonía sin internación, requieren una evaluación adicional con un médico especialista y estudios cardiacos para determinar el momento más seguro del reinicio a la actividad física.
- Los resultados iniciales en estudios que todavía están en marcha con cortes de pacientes mucho mayores (N: 2500), parecen arrojar los mismos valores que el estudio mencionado previamente.
- El reinicio de la actividad física debe ser GRADUAL, PROGRESIVO y PERSONALIZADO.
Autor
Luis Bertalot
Médico Cardiólogo, Instituto Modelo de Cardiología, Córdoba.
Atleta EO
Referencias
- Jornada Webinar SAC. “Miocardiopatía Post Covid ¿Que debemos saber? ¿Qué controlar para el retorno a la actividad física?” Disertante: Dr. Oscar Cingolani
- MatthewW. Martinez, MD; Andrew M. Tucker. Prevalence of Inflammatory Heart Disease Among Professional Athletes With Prior COVID-19 Infection Who Received Systematic Return-to-Play Cardiac Screening. JAMA Cardiol. doi:10.1001/jamacardio.2021.0565